La misión del Gerente de Ingeniería y Medio Ambiente, desde que llegó a Colombia, fue liderar las inversiones de Ternium en este país, entre ellas la más grande de todas, la nueva Planta de Palmar de Varela.
La carrera del ingeniero mecánico Luis Zuleta, comenzó en 1998 en Sidor en Venezuela, cuando ingresó a la organización al área de Inversiones como parte del programa Jóvenes Profesionales (JP). Allí trabajó en la coordinación de proyectos especiales, en Reducción Directa, principalmente.
Desde ese momento, comenzó un camino profesional en ascenso; en 2001 realizó un programa experiencial en Argentina (SIDERAR y SIDERCA) y en 2004 ya estaba participando en la puesta en marcha de una planta de briquetas de hierro que Tenaris y SIDOR habían adquirido en Venezuela (MATESI antiguo POSVEN); en 2006 viajó a México a la operación de las plantas de reducción directa en San Nicolas de los Garzas, de allí pasó formar parte del equipo del proyecto de Pesquería (primer proyecto Greenfield de Ternium), donde participó desde los primeros estudios y definiciones y luego durante la construcción fue el encargado de inversiones en la prestación de servicios generales de esta planta en su primera etapa y de la Joint Venture con Nippon Steel (Tenigal), que se puso en marcha en 2013.
Luis Zuleta en MATESI
Su liderazgo, su conocimiento técnico, su disciplina y su capacidad de ir al detalle de las cosas, lo llevaron a él en compañía de su esposa Angélica y de sus hijos Alejandro y Gabriel, a empacar maletas para radicarse en Colombia en el 2014, a donde tenía el reto de gerenciar los proyectos de inversión de la compañía en este país.
–¿Cómo nace Palmar de Varela?
–Desde 2013 existía una idea clara de que necesitábamos un laminador que nos permitiera tener una mayor ventaja competitiva en el mercado a nivel técnico y productivo. En 2014, ya se veía la posibilidad potencial de construir en Colombia un greenfield, considerando el espacio importante en el mercado que debíamos salir a buscar y eran las importaciones.
Foto tomada antes de pandemia
Mientras preparábamos un proyecto de inversión para Manizales para mejorar las condiciones de la acería, hicimos contacto con una empresa que estaba comprando una planta para desmantelar en Italia, la fuimos a ver y nos dimos cuenta de que era la planta adecuada. Llegamos a un acuerdo con ellos y en 2018 lanzamos formalmente el proyecto.
–¿Cómo se conformó el equipo de trabajo?
–Me vine con un equipo pequeño conformado por personal de Manizales, Medellín y contratamos algunas personas en Barranquilla. Pusimos una oficina temporal en el norte de Barranquilla. Desde allí, con el apoyo del resto de áreas, armamos toda la ingeniería de detalle y la planificación del proyecto. En octubre de 2018 comenzamos los movimientos de tierra.
–¿Qué ha significado para ti liderar este proyecto greenfield?
–Llegar a pensar la estrategia de dónde nos conviene invertir y cómo lo vamos a hacer, es algo hermoso. Ver cómo se construye la idea con el equipo, en participación con las diferentes áreas, cómo se involucra en el camino a todos los interesados (al Gobierno, a los proveedores y contratistas); e ir construyendo de a poco este rompecabezas es muy gratificante. Se trata de entender cómo estas ideas van tomando forma, se ordenan, se prioriza y se saca lo mejor de cada uno de los que participan en el proyecto, para que el resultado sea el óptimo.
–¿Cómo impactó la pandemia el desarrollo del proyecto?
–Este proceso me abrió más la forma de entender y pensar a los equipos de trabajo desde el punto de vista personal, profesional y social. La pandemia nos paralizó, nos destruyó las expectativas y nos hizo repensar cómo hacer las cosas de otra manera en cumplimiento de los tiempos estipulados, lo que fue muy exigente en lo personal y para el equipo de trabajo. Eso impacto mucho a la gente, porque no todo el mundo está preparado para trabajar con el cambio constante, con la incertidumbre.
Esto impacta en la gente, a sus familias que esperan en casa a que llegues. El proyecto además era lejos de la ciudad, tocaba viajar mucho, desplazarse todos los días ida y vuelta.
Sacar la primera barra fue una felicidad inmensa porque no fue solo un logro nuestro, sino de todas las familias que estuvieron ahí apoyando el proceso indirectamente y que se alegraron al ver las fotos y los videos que les mostrábamos con cada etapa cumplida.
–De ese momento a hoy, ¿qué ha pasado?
–La planta viene produciendo bastante bien y ha logrado despachar la mayoría de sus productos. La producción viene mejorando cada día y sacamos productos nuevos. Ya Operaciones tiene el control y viene solucionando los problemas que se presentan. Estamos muy confiados en que esta planta va a llegar a los niveles de producción esperados muy pronto.
Foto antes de la pandemia
–¿Qué sigue o cuál es la operación?
–Terminar de poner en marcha el enrollador, dejar listos los espacios para los servicios operativos y la adecuación de instalaciones para tener una planta digna de una empresa como Ternium, donde la gente esté contenta y operando en las condiciones de seguridad requeridas.
–¿Qué ha significado para ti este reto?
–Un aprendizaje bárbaro, profesionalmente es algo que quería hacer y que estoy contento de haberlo logrado. Me encantaría repetir un proyecto como este, fue algo muy bonito.