Con la ayuda de los productos Ternium; el artesano desarrollo un negocio familiar.
En una fábrica de ollas de acero, el propietario también ha dado forma a nuevos artesanos y emprendedores; ahora son competencia, pero también clientes, porque les vende el producto clave para que puedan tener éxito al igual que él.
Para conocer más del trabajo y vida del protagonista de esta historia de acero, visitamos su taller ubicado en Olintepeque, municipio de Quetzaltenango, Guatemala; la tarea de hallarlo es fácil, aún sin dirección, porque su buen nombre es ampliamente conocido entre pobladores y comerciantes.
Ante tal demanda, el fabricante distribuye ollas de acero en municipios de otros departamentos, donde los clientes tienen certeza de la calidad de su trabajo y una garantía por el hecho de emplear Lámina Lisa de Ternium. Lo anterior se debe a la resistencia e higiene de este producto, el cual está laminado en frío y recubierto en ambos lados por una capa de galvanizado. En Ternium, debido a nuestra tecnología y procesos de producción, aplicamos una mayor capa de zinc, firme y homogénea, para aumentar la vida útil.
La calidad resulta vital en este contexto, un desprendimiento de zinc resultaría dañino para la salud de las personas, sin embargo, después de 33 años de utilizar este material de acero, el entrevistado descarta tal riesgo, garantiza que tampoco se oxida ni se mancha.
A estas ollas también se les denomina toneles, cuando su uso trasciende a otras actividades, como remojar ropa, transportar agua, ponerla a calentar o solo como depósito; además, son básicos en algunos procesos productivos, sobre todo artesanales, por ejemplo: en la industria textil sirven para lavar materiales, así como teñir hilos. Lo cierto es que, en la mayoría de hogares en provincia y áreas rurales, hay uno de estos recipientes, cada quien le haya utilidad según sus necesidades.
Al inicio, el artesano intentó trabajar con hojalata, pero prefirió con los productos de Ternium, debido a que estos recipientes deben resistir altas temperaturas, como característica principal. Los elabora de distintos tamaños, con capacidad de cinco libras hasta una tonelada, de esa cuenta, echa mano a láminas de varios calibres, principalmente de 28 milímetros.
El artesano confesó que la Lámina Lisa de Ternium le ayudó a forjarse una vida económicamente activa, inicialmente como artesano y, más tarde, saltar al empresariado. En la actualidad, además de elaborar estos productos, distribuye la materia prima para fabricarlos, pese a que los principales clientes son ex trabajadores de su taller y, ahora, representan la competencia en ese mercado. También aprovecha la ocasión para vender accesorios de ferretería, pero dejó claro que su producto líder es la lámina lisa de Ternium en diferentes espesores.
Durante este proceso, el artesano también moldea el futuro productivo de sus hijos, quienes colaboran activamente en su taller, mientras desarrollan otras habilidades relacionadas al oficio y traen ideas frescas; sin embargo, más tarde emprenderán el propio, dijo emocionado y fuera de cámaras.
El aporte de estos utensilios a la cultura gastronómica de los pueblos originarios de Guatemala es importante y visible. Lo pudimos ver a pocas cuadras, en el mercado de Olintepeque, donde una vendedora cocía elotes de la época en una olla hecha de acero Ternium; el sabor lo decía todo.